A pesar del duelo por Lady Di, se disparan las ventas de la prensa amarilla
Repudiables paparazzi |
Editorial El Mundo 2/09/1997
Las horas transcurridas desde la tragedia van aclarando dudas. Es fundamental, en ese sentido, la revelación de la tasa de alcoholemia del propio conductor, muy superior a límites legales. Ello confirma algo que se debe resaltar en esta hora de linchamientos morales: fue un concurso de circunstancias lamentables el que desembocó en la muerte de lady Di, y el factor principal y decisivo dentro de esa cadena fue que el conductor circulaba ebrio a 196 por hora. Las nuevas informaciones invalidan las acusaciones contra una prensa con "sangre en las manos" por el trágico accidente de París. No eximen, desde luego, de responsabilidad a los fotógrafos en los minutos posteriores al choque, si se confirman las acusaciones de denegación de auxilio o de entorpecer con su permanencia junto al coche y a los heridos y muertos en su interior las tareas de rescate. Pero ya no se les puede tachar de causantes de la tragedia. Dicho esto, los medios informativos no deben ignorar hoy el problema creciente del uso puramente morboso, sin relevancia informativa real, de imágenes robadas. Es un problema de toda una sociedad, cuya demanda de emociones baratas y fuertes a través de cierto tipo de prensa acaba alimentando la peculiar industria de los paparazzi. Pero ello no exime a los medios de un examen de conciencia. Es hora de que aceptemos de una vez por todas que la vida personal y afectiva de los personajes, por muy públicos que sean, no es noticia si no afecta a los intereses generales. Si en las fotos de París no aparecen sino cadáveres y seres agonizantes, no existe justificación informativa real para su publicación. Y menos aún por ser fruto de una persecución implacable. Tampoco se puede ignorar un grave riesgo para la libertad de todos: si la prensa no sabe controlarse por sí misma, la tentación será más fuerte que nunca, entre unos políticos siempre ansiosos de acallarla, de legislar no sólo contra las intromisiones de los paparazzi cosa que se podría lograr con una más firme actuación judicial, sino contra toda obtención de información, ésa sí, vital para los ciudadanos. Y, con la excusa de frenar abusos flagrantes, será el derecho a estar informados el que sufrirá un feroz golletazo. Helmut Kohl ya muestra el camino... |
* Artigo respigado da Internet, publicado pelo diário espanhol El Mundo