"Elvismanía"? No, "Dianamanía" |
En Great Brington ya se baraja la posibilidad de construir un aparcamiento para autobuses y unos aseos públicos. El dueño de la pequeña escuela de equitación local afirma apesadumbrado: "Esto al final va a ser como la tumba de Elvis Presley"
Cristina Frade* El Mundo 3/09/1997
La peregrinación ha empezado ya. Todavía quedan cuatro días para que la princesa Diana sea enterrada en la capilla de los Spencer, junto a 20 generaciones de nobles parientes, pero en el plácido y pintoresco Great Brington, la aldea donde se encuentra la iglesia, les ha faltado tiempo para barruntar lo que se les avecina. Primero, atasco en la A-468, una angosta carretera de tercera que de otra forma sólo sería transitada por mujeres al volante de Volvos familiares, de camino a recoger a los niños de la escuela o al Hipermercado de la Jardinería. Del embotellamiento tienen la culpa medio centenar de autómoviles, aparcados a un lado de la calzada junto a la entrada de Althorp, la magnífica finca arbolada, con su vieja valla de piedra, donde creció la princesa. Se trata de dejar unas flores en la imponente entrada de la propiedad antes de acercarse a la iglesia de Santa María, para visitar el templo donde a partir del sábado descansará Diana. Parejas de jubilados, una anciana en silla de ruedas, una punki con la cabeza rapada y aretes en todos los orificios visibles, turistas, madres y sus díscolas proles se disponen a entrar en la parroquia en el más genuino estilo británico: haciendo cola pacientemente. Para completar el circo, no faltan tampoco las unidades móviles de televisión y sus reporteros, a la caza y captura de algún lugareño que conociera personalmente a Diana o trabajara al servicio de su familia en la finca. "Este solía ser un pueblo muy tranquilo, pero me temo que nunca volverá a serlo", asegura contrariada Christine Whiley, la encargada de la oficina de correos. "Esperemos que la gente no olvide que la iglesia es un lugar de adoración". Los preparativos para la inhumación que, si se cumple el deseo expreso de los Spencer, se celebrará en la más estricta intimidad, también han empezado ya, como sugiere el olor a hierba recién cortada en el jardín de la iglesia. A la entrada, una cartel advierte: "Fotos no" y otro informa de las tarifas funerarias de su cementerio: 107 libras (unas 25.000 pesetas) con misa, 128 sin servicio religioso. A la familia de la princesa no se le exigirá ese desembolso puesto que desde hace más de cuatro siglos entierra allí, en su capilla privada, a sus muertos. El mausoleo, decorado con escudos de armas, bustos y efigies de mármol y alabastro, no está abierto al público, pero puede verse a través de una verja azul de hierro forjado. Por muy bucólica que fuera hasta ahora la aldea 250 habitantes, un vetusto pub y trasiego incesante de niños en su clase de equitación algún desaprensivo la eligió como escenario de sus fechorías. Un retrato del primer presidente americano, George Washington, regalado por el Senado en 1914, fue robado en 1988, según se explica al pie de la lámina que lo ha sustituido. Y es que la iglesia de Santa María alberga nada menos que la tumba del padre del tatarabuelo de Washington, y este dato de trabalenguas atrae de vez en cuando a algún turista norteamericano tras la huella de sus ancestros. Pero como sospecha el reverendo David MacPherson, "no será nada comparado con el número de personas que querrán ver el sepulcro de Diana". De momento, el templo recibe una constante afluencia de gente que, como ha ocurrido en los palacios londinenses de Buckingham, Kensington y St James, quiere dejar flores y tarjetas, y escribir en los cuatro libros de condolencias. "Aquí nadie podrá hacerte daño", reza uno de los mensajes y "también fuiste reina nuestra", dice un anónimo rubricado "desde España". En la verja cerrada de Althorp House han plantado un cartel que dice: "Casa cerrada". Su hermano había pedido a través de la prensa espacio para llorar a Diana en privado, pero decenas de personas no se resisten a echar una mirada al interior a través de la reja. Allí también se amontonan los mensajes. "Para Diana, una bella princesa que se fue a las estrellas", dice uno. Puede que los lugareños estén molestos por el trajín, sobre todo con los fotógrafos, que se han convertido en objeto del desprecio de la gente que sigue culpando a los paparazzi de la muerte de Lady Di. Algunos apuntaban a que lo mejor sería que construyeran una verja alrededor del pueblo y dejaran pasar sólo a los residentes del lugar. Pero les queda el orgullo de que al menos será enterrada en su casa. La Dianamanía se ha extendido hasta la cercana población de Northampton, donde los responsables de un cine han retirado de la cartelera Crash, una película sobre accidentes de coche, al menos hasta que se disipe el recuerdo del trágico fin de la princesa. La han remplazado por Philadephia, un film sobre el sida, que al fin y al cabo fue una causa muy querida por ella. En Great Brington ya se baraja la posibilidad de construir un aparcamiento para autobuses y unos aseos públicos. El dueño de la pequeña escuela de equitación local afirma apesadumbrado: "Esto al final va a ser como la tumba de Elvis Presley". |
* Artigo respigado da Internet, publicado pelo diário espanhol El Mundo