Jornal EL PAIS


Agruras de um jornalista na América Latina

Francisco Martorell, Santiago (Chile) 15/10/97

Navegando me encontré con este debate, y como el tema me apasiona no dudé un minuto, aunque el tiempo escasea, participar en el mismo. Hace cuatro años, en Chile, se prohibió mi libro Impunidad Diplomática, justamente porque para los ministros de las cortes de apelaciones y Suprema de mi país, mis escritos violaban el derecho a la intimidad de las personas. El libro en cuestión, publicado por la editorial Planeta Argentina, narraba las andanzas en Chile del entonces embajador de Menem en Santiago, Oscar Spinosa Melo. El mismo, durante una estancia de casi dos años en el país, pretendió extorsionar a un grupo de chilenos "importantes" amenazándolos con publicar un diario de su mujer, en el que supuestamente narraría orgías sexuales, si es que no le pagaban un millón y medio de dólares. Enterado del intento de extorsión y tratándose de un funcionario público, no dudé en investigar el tema. Así, finalmente, pude armar la historia real e incluso tuve acceso a las cartas con las que el embajador quiso extorsionar a esas personas. Como se trataba de un delito y el victimario era un funcionario público, que además gozaba de la confianza del Presidente Menem, sostengo que era un deber profesional denunciarlo y poner sobre el tapete todas las pruebas que existían para mostrar su crimen. Así lo hice. Impunidad Diplomática fue publicado en Buenos Aires y cuando pretendía ingresar a Chile, fue prohibido: las personas mencionadas por Spinosa en sus cartas de extorsión entendieron que el libro invadía la esfera de su vida privada y afectaba su honra. Se produjo un gran debate en Chile y se habló, justamente, de la colisión de dos derechos: el de informar y el de la honra. En Chile primó la honra y se arrasó con la libertad de expresión. A raíz de los conflictos suscitados y una gran cantidad de demandas por injurias en mi contra, tuve que salir de Chile y radicarme, por espacio de tres años, en la Argentina. Acudí, entonces, apoyado por la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y acusé al Estado chileno de violación del articulo 13 del pacto de San José de Costa Rica. La CIDH en 1996 me dio la razón e instó al Gobierno de Chile a que levantara la prohibición que pesa sobre el libro. Ello todavía no ocurre. Desde mi punto de vista, la libertad de expresión es la madre de todas las libertades y sociedad alguna puede estar sometida a censura previa. En Chile, sin embargo, existe y se suma a otros factores que atentan seriamente contra el derecho de la gente a estar informada. Actualmente vivo en Chile, fui condenado a 541 días de prisión remitida por mi libro, a pesar de que nunca ingresó a Chile y que, por ende, si había delito se cometió en Buenos Aires y los tribunales chilenos no tenían jurisdicción para juzgar Impunidad Diplomática. En fin, la supuesta colisión de derechos, la he vivido en carne propia y sé lo que significa enfrentarse al poder en la lucha por la libertad. Olvidé decir, aunque si contara toda la historia me pasaría horas haciéndolo, que las personas a las que Spinosa intentó extorsionar eran los miembros del grupo económico más importante del país, el presidente de un partido conservador, nacido bajo el paraguas de Pinochet y otros connotados miembros del empresariado local. Desgraciadamente no tengo tiempo para continuar con el debate, pero si es que alguna persona se interesa en otros datos o documentos o, tal vez, tener acceso al proceso en la CIDH o en la Justicia chilena estoy dispuesto a seguir adelante. Durante meses, el tema en Chile fue portada en los diarios y actualmente es motivo de tesis en muchas universidades.

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